Posted on Mié, 22 Oct 2025, 12:22
© FAO/ Anita Tibasaaga. El secretario de la CIPF, Enrico Perotti, participa en el juego de simulación sobre prevención y preparación frente a plagas presentado durante el Foro Mundial sobre la Alimentación en Roma.
Por Enrico Perotti, secretario de la CIPF.
La alimentación: lo único que nos une a todos. Nuestra fuente de nutrición y sustento, un sello de nuestra identidad cultural y una forma de forjar los lazos familiares.
Sin embargo, para millones de personas, el acceso a una alimentación saludable sigue siendo una lucha por múltiples razones, entre ellas la disminución de la calidad y la cantidad de los cultivos debido a los daños causados por las plagas y los efectos del cambio climático. La semana anterior, el Foro Mundial sobre la Alimentación, organizado por la FAO en Roma, puso de relieve los riesgos y retos que plantea la producción de alimentos, así como las oportunidades para transformar la forma en que producimos y consumimos los alimentos.
Durante el evento, que duró una semana, escuchamos a distinguidos invitados, jefes de Estado, miembros de la realeza y académicos hablar sobre el acuciante problema del hambre en el mundo.
Una de las preguntas planteadas durante el foro fue: «¿Qué significa «mejor producción», uno de los objetivos de la FAO para transformar los sistemas agroalimentarios?». Significa que cultivamos alimentos de forma sostenible, centrándonos en cómo los cultivamos y en cuánto. Desde la perspectiva de la CIPF, una mejor producción de alimentos consiste en prevenir los daños causados por las plagas en la calidad y la cantidad de los cultivos mediante la aplicación de normas fitosanitarias, tanto en su cultivo como en su comercio. Significa que nos aseguramos de que las plantas y los productos vegetales no sean portadores de plagas y enfermedades que puedan propagarse a otros
En este espacio, vemos la importancia de la bioseguridad en la cadena de valor alimentaria. En granjas, huertos, plantaciones y viveros, colocamos barreras de protección para evitar que las plagas destruyan los cultivos. Muchos cultivos agrícolas, incluidos alimentos básicos como el arroz, el maíz, las patatas, el trigo y la fruta, se exportan a todo el mundo para satisfacer la demanda global. Los protegemos de las plagas cuando se transportan a través de las fronteras internacionales aplicando las Normas Internacionales para Medidas Fitosanitarias (NIMF). Un ejemplo es la NIMF 46 Normas específicas para medidas fitosanitarias en el movimiento de mango fresco, un cultivo comercializado a nivel mundial y de gran importancia económica que mueve miles de millones.
Además, nos aseguramos de que las organizaciones nacionales de protección fitosanitaria dispongan de los conocimientos técnicos necesarios para aplicar las normas fitosanitarias y de que desarrollen continuamente sus competencias para aplicar eficazmente las disposiciones del Convenio Internacional de Protección Fitosanitaria, el único tratado mundial establecido para proteger la salud de las plantas.
Practicamos técnicas de gestión integrada de plagas, como la rotación de cultivos, el uso de variedades resistentes a las plagas, el control biológico, la instalación de barreras físicas o el uso de plaguicidas, entre otras prácticas. Empleamos la última tecnología digital para ayudar en la alerta temprana y la respuesta para detener los brotes de plagas que, con toda seguridad, podrían acabar con la cosecha de toda una temporada. Hemos visto cómo esto ha ocurrido, por ejemplo, en la devastación provocada por la plaga de langostas del desierto en 2019-2021, en la que se perdieron hasta 8000 millones de dólares en cosechas que podrían haber proporcionado alimentos a una gran cantidad de personas en el sudeste asiático, África y América Latina. El gusano cogollero del maíz ha causado pérdidas por valor de hasta 6000 millones de dólares en cultivos importantes como el maíz, el arroz y el sorgo solo en África. Y no olvidemos que la enfermedad del marchitamiento por Fusarium del plátano sigue siendo una amenaza para la industria mundial del plátano, valorada en 25 000 millones de dólares.
La bioseguridad es una piedra angular de la cadena de valor alimentaria. Protege la productividad agrícola al garantizar una producción alimentaria estable y reduce las pérdidas económicas. Al controlar los riesgos de contaminación en todas las etapas —producción, procesamiento, transporte y venta al por menor—, la bioseguridad protege a los consumidores de las enfermedades transmitidas por los alimentos.
Además, contar con sistemas de bioseguridad sólidos permite a los países cumplir las normas sanitarias y fitosanitarias (MSF) internacionales, lo que contribuye a promover el comercio internacional seguro y el acceso a los mercados. Son fundamentales para la detección temprana y la respuesta rápida a las amenazas emergentes de plagas y especies invasoras. Por último, los sistemas integrados de bioseguridad refuerzan la resiliencia de los sistemas alimentarios al permitir a los países recuperarse rápidamente de crisis como pandemias, desastres relacionados con el clima o interrupciones en la cadena de suministro alimentario.
Cuando damos mayor prioridad a la fitosanidad en la agenda de los gobiernos y las organizaciones, protegemos a los agricultores y los sistemas que producen nuestros alimentos. Protegemos los medios de vida y las industrias. Protegemos la biodiversidad. Protegemos nuestras fuentes de alimentos. La protección de la fitosanidad es la contribución de la CIPF a la transformación de los sistemas agroalimentarios mediante una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor para todos.